Deseo –El hilo de Ariadna-
El deseo es uno de los temas más mayúsculos que nos encontramos dentro de la sexualidad humana
Ariadna convencida de que Teseo saldría del laberinto pero que no podría hacerlo solo, le regaló un ovillo mágico formado por hilo de oro. De esta manera Teseo se adentraría en el laberinto para matar al terrible Minotauro, pero unido por el otro extremo del hilo a Ariadna, que sostendría la otra punta en la salida. El hilo sería el vínculo entre ambos que serviría no solo para vencer al Minotauro, sino que también les llevaría al otro a pesar del laberinto. El hilo que uniría el anhelo de estar juntos, el deseo de encontrarse.
El deseo es uno de los temas más mayúsculos que nos encontramos dentro de la sexualidad humana. Ese hilo, ese vínculo con suerte a veces recíproco, que nos hace salir de nosostrxs mismxs para ir a la aventura loca de encontrarse con el otrx. Un tema mayúsculo que en contrapartida genera angustias y ansiedades mayúsculas.
Porque, sin embargo, algo que parece tan obvio, tan sencillo, llena consultas, artículos de revistas, búsquedas en google…Porque encontrarlo parece algo así como mágico, pero cuando se pierde, o se cree que se ha perdido, la catástrofe está servida.
Uno de los principales errores y fuente de ansiedad suprema, es la idea de que las ganas de alguien son simplemente las ganas de follarnos a ese alguien. Como si la única manera de materializar ese deseo, se resolviera y tuviera sentido en juegos genitales culminados en la traca final del orgasmo.
Follar mola, claro. Pero reducir nuestros encuentros con los demás y la idea de satisfacción al hecho de follar, es como reducir la idea de verano al hecho del calor. ¿No hay bastantes más cosas que hacen que el verano sea algo más que sudar la gota gorda y estar pegajosos todo el día?
El deseo nos habla del anhelo, de las ganas de estar con alguien, de compartir con alguien. El deseo se cultiva, el deseo se cuida. El deseo requiere del tacto, del gusto, del olfato, de vista y se muchísimo oído. El deseo escapa a los límites de lo físico por mucho que nos emperremos en querer recuperarlo dejándonos el sueldo en un sex shop. Porque el deseo también se piensa.
Por cierto, el deseo no hay porque romantizarlo. Ni es para siempre, ni tiene que ser siempre lo mismo que conocimos hace diez años, porque una de las cosas más maravillosas que tiene el deseo es, que como nosotrxs mismos, se transforma.
Viva el deseo
PD: Teseo y Ariadna se encontraron en la victoria tras la muerte del terrible Minotauro, y en la del reencuentro fuera del laberinto. Su hilo que dio muchas vueltas, pero también hubo un momento que decidieron cortarlo. Ariadna más tarde se lio en otro hilo con Dionisio el dios del vino y de otras cosas divertidas, pero esa ya es otra historia.
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