¿Nos cuentas un poco de ti?
Me gusta llevar la contraria, me obsesiona la simetría, necesito vivir cerca de la naturaleza, me arrepiento de algún que otro tatuaje de los que llevo y nunca me cansaría de visitar Chile. Me dedico al mundo audiovisual porque me encanta ver la realidad a través de una cámara y que cada proyecto me acerque a personas y mundos muy distintos. La rutina es mi peor enemiga y mi helado favorito es el de pistacho.
¿En qué momento de tu vida decides encaminarte por la realización?
No tengo ni la menor idea. Tal vez siempre haya estado allí. Me encanta observar, tener siempre los ojos bien abiertos, y me enamoro de la luz, de un espacio, de una mirada, un gesto, una composición. Y lo que me apasiona es contar historias, casi siempre absurdas. Es como si me persiguieran, cuando nado, duermo, me ducho o paseo, esos relatos inspirados por cualquier cosa se pegan a mi mente y no me sueltan hasta que los transformo en imágenes. De pequeña escribía y leía muchísimo, luego heredé una cámara analógica y me compré una ampliadora con mi primer sueldo. En ese cuarto rebelando retratos y fotografías de viajes era feliz. Así que en algún momento mi interés por las historias se casó con mi pasión por las imágenes. Y unos cuantos años después, parece que siguen siendo un matrimonio feliz.
¿Cuánto de metódica y cuánto de improvisación tienen tus trabajos?
Me considero una persona muy metódica, disfruto imaginando, pensando, planificando los proyectos. Las historias se dibujan de forma muy concreta en mi cabeza mucho antes de rodarlas. Pero también soy muy intuitiva, así que me gusta reservar tiempo en las sesiones para captar la esencia de las escenas que invento. Son pequeños matices que la misma historia desprende y que no existían hasta que los personajes, la luz, el atrezzo, el estilismo, el acting… empiezan a tener sentido y todo cobra vida. Además, para mí es muy importante el equipo que se involucra en el proyecto. Me encanta que participen de forma muy activa durante todo el proceso, que me cuestionen, pongan en duda lo que planteo, que me den ideas y que desde su área aporten el máximo posible.
¿Qué supone para ti formar parte de Barcelona Fashion Film Festival y ganar?
Llevo tres ediciones presentando mis piezas, he recibido 11 nominaciones y he ganado 4 premios. Para mí, significa consolidarme como directora. Siento que en estos tres años he evolucionado hacia un estilo propio en el que me siento muy cómoda trabajando y por el que es fácil reconocerme. He estado nominada los tres años a mejor fashion film emergente y eso me hace creer en mí, en que lo que hago me gusta y gusta a los demás. Creo que este festival cumple una función muy importante, que es la de dar voz y visibilidad a artistas emergentes.
¿Otra profesión qué te hubiese gustado tener?
Me hubiese encantado ser meteoróloga, me despierta muchísima curiosidad todo lo que sucede por encima de nuestras cabezas. Me fascina entender cómo se forman las tormentas, qué son los relámpagos, por qué hay brisa marina, cómo se origina un tornado…
¿Dónde te ves en unos años?
Me cuesta proyectarme tan lejos, siempre estoy muy centrada en mi día a día, en ser honesta conmigo misma y hacer lo mejor que pueda lo que me gusta hacer. Espero que en unos años pueda seguir disfrutando de algo que me apasiona, con proyectos más grandes, con más equipo, con más recursos, pero manteniendo siempre mi esencia y mi estilo.
Kluid va de artistas así que recomiéndanos 3 artistas que te gusten.
Bill Viola, David Lynch y Víctor Claramunt.