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Las 2 exposiciones que no te puedes perder dentro del Retiro y gratis
El cristal es mi piel de Pauline Boudry / Renate Lorenz
El cristal es mi piel es una nueva instalación que Pauline Boudry / Renate Lorenz han concebido expresamente para el Palacio de Cristal del Parque del Retiro. El proyecto da voz al edificio, que habla de su historia y de su presencia colonial, a través de una canción compuesta e interpretada por Aérea Negrot, con letra escrita en colaboración con las artistas. Inspirándose en los clubes queer, el dúo artístico ha creado además una serie de plataformas o escenarios hechos con espejos. Reflejado en estas superficies, el Palacio se convierte en intérprete, y entra en escena de maneras diferentes, múltiples y dispersas. En determinados momentos, las plataformas exhalan humo y el edificio transparente se vuelve completamente opaco. En la instalación, el humo se utiliza como una herramienta estética para cuestionar la transparencia del Palacio como régimen de visualidad. Se puede asociar además con la densidad del club queer, donde los cuerpos individuales se transforman en un único cuerpo mientras bailan. Las plataformas o escenarios no están hechos para nosotros, no podemos acceder a ellos, sus escaleras están suspendidas en el aire. Es como si hubieran quedado atrapados en un momento de calma, antes de que el baile se reanude. Los escenarios transforman al propio Palacio de Cristal en un intérprete. El edificio sale a escena, ligeramente distorsionado, reflejado en los espejos.
El Palacio de Cristal, que se construyó en 1887 para la Exposición General de las Islas Filipinas, es un símbolo de la historia colonial española y europea y, por tanto, de la apropiación de las riquezas y del conocimiento mediante el sometimiento de los pueblos colonizados. Aunque en el Palacio se expusieron principalmente obras de arte y artefactos, la muestra incluía además la humillante exhibición en el parque circundante de personas filipinas dentro de su presunto ecosistema natural. Como sucede con todas las colonias y asentamientos occidentales, la descolonización entendida como un proceso de devolución de las posesiones y las ideas robadas aún no ha tenido lugar. Re-imaginar el Palacio reflejado en los escenarios y oculto detrás del humo no favorece una reconciliación sencilla. Más bien, relaciona el edificio con los vestigios queer de un posible pasado alternativo. ¿Qué sucedería si el Palacio hubiera sido construido con un propósito diferente, si se hubiera empleado para establecer relaciones diferentes?
En la obra de Boudry/Lorenz el escenario se convierte en un elemento que permite que las fantasías de las relaciones del pasado y del futuro se materialicen en público. Es el escenario de aquellos momentos revolucionarios que no prosperaron, el escenario del baile queer, del espectáculo drag. El escenario nos permite reivindicar lo que deseamos. Al mismo tiempo, nos confronta con nuestra propia fragilidad, la de nuestro miedo escénico o las pesadillas que nos provoca aparecer en público. Según las propias artistas, en su obra “el escenario evoca ese momento en que uno `entra en escena´, en que aparece en público, en que empieza a actuar. Es un momento de transición, el frágil instante que separa el no actuar del actuar, el entrar del no entrar en escena, la invisibilidad de la visibilidad”.
7 octubre, 2022 – 9 abril, 2023 /
Distancia sin medida de Manolo Quejido

Distancia sin medida recorre la trayectoria de Manolo Quejido (Sevilla, 1946). La muestra parte de las obrasDeliriums, Siluetas y Secuencias (1969-1974), reducciones al blanco y negro de las tres vías con las que el artista había iniciado su producción: el expresionismo, el pop y la experimentación geométrica. A partir de 1974, Quejido estudia la posibilidad de una vuelta a la pintura con sus Cartulinas, estudios pictóricos ceñidos al formato estándar de la cartulina, 100 x 70. Hacia el final de la década, y conforme adopta el gran formato, el artista se instala en la pintura de composición, como en La familia (1980) y Bañistas (1981).
Más tarde muestra un mayor interés en la representación pictórica de la escena: a través de una búsqueda tenaz y de ascendencia particularmente velazqueña, Quejido vuelca de mil maneras en el plano del cuadro los paramentos que acotan una estancia de interior. Así, pasa de sus Reflejos de mediados de los años ochenta a los Tabiques, de principios de la década de 1990, en los que investiga sobre la bidimensionalidad de la pintura. Años después, cuando se interesa por las singularidades de la banda de Moebius, revisita el enigma de la capacidad cúbica en la superficie de la pintura.
Asimismo, se incluyen en la exposición obras en las que Quejido reflexiona sobre el pensar y el pintar: ¿la pintura representa un pensamiento o lo produce?, ¿puede la historia de la pintura ser un sistema de pensamiento? En el trabajo de Quejido aparecen estas cuestiones junto a la de la pintura como obra y como acción, dos sentidos distintos pero contiguos. Así, La pintura (2002) presenta una distancia sin medida por cuanto ínfima: la inmediatez del pintar respecto de lo pintado, su fusión en el término único pintura.
En un registro muy distinto, el artista se sirve de la pintura para enunciar su repulsa hacia lo que denomina un mundo en estado de “mediación generalizada”, —en sus palabras “la insoportable imagen que produce la timocracia a través del Estado, la guerra, el consumismo y los medios de comunicación”—, frente a lo que reacciona desde 1993. Ante el apabullante imperio del consumo, acumula imágenes ampliadas de etiquetas y ofertas, insistiendo en su banalidad. Y califica como Sin nombre una colección de pinturas que reproducen fotografías de prensa.
Distancia sin medida nos introduce en el poliédrico corpus que Manolo Quejido ha ido generando a lo largo de su extensa trayectoria. Al examinar retrospectivamente su obra, la muestra no solo nos permite tomar conciencia de la lucidez y rigor de sus investigaciones plásticas, sino también de su carácter radicalmente crítico, y nos invita a redefinir los parámetros desde los que pensamos y miramos la pintura.
21 octubre, 2022 – 16 mayo, 2023 /