De pequeña el armario de mis padres era una de mis diversiones favoritas. Ropa, zapatos, fulares, y demás utensilios con los que disfrazarme y echar la tarde. Pero dentro de ese armario, ahí entre la pila de toallas blancas y estratégicamente guardado, estaba el mejor tesoro que podría esperar. Un libro gordo a todo color, con ilustraciones y fotos setenteras, ahí estaba La Enciclopedia Visual del Sexo.
Mamá quiero ser sexóloga
Casi antes que aprender a montar en bici, aprendí que la sexualidad era una cosa muy variada, llena de matices, donde no solo prima el universo genital. Aprendí acerca de los tipos de besos, de las prácticas en otras culturas, sobre la diversidad de cuerpos, etc…
Pero también aprendí que era una especie de secreto, una cosa que ocultar entre las toallas blancas del armario. Algo que podía aprender a escondidas, pero sospechaba que no estaba del todo “bien”.
¿Por qué había algo que no cuadraba? ¿Por qué no estaba ese libro en el salón con todos los demás? ¿Por qué aquella cuestión que se me ocultaba me parecía tan máximamente interesante?
¿Qué hace del sexo algo tan apasionante y todavía tan tabú a la vez?
Hablar se habla mucho de sexo, de hecho, es la palabra más buscada en Google. ¿Pero qué se dice en realidad del sexo? ¿Qué aprendemos de lo que nos dicen y qué semejanza tiene con aquello que sentimos en nuestra propia piel?
La sexualidad es un crisol de sensaciones, ideas, placeres, miedos, culpas, pieles, fantasías, peculiaridades, deseos…la sexualidad es tan amplia y abarca muchos más espacios de lo que nos han contado. Porque no, no solo va a ser follar el sentido de la cuestión. Si fuera tan fácil, tan simple, como un aquí te pillo y aquí te mato no estarías leyendo esto.
Porque… ¡sorpresa! la sexología no es follología, aunque a día de hoy me siga encontrando con situaciones lo más inverosímiles cuando digo “soy sexóloga”.
Así que os propongo un viaje semanal en esta nueva sección de Kluid. En la os iré contando y desgranando aquella pasión que nació entre las toallas de mi infancia, la pasión por qué es el sexo, la sexualidad, y qué podemos aportar a esta vital esfera de nuestras vidas para ser más felices y disfrutarla todavía más si cabe.
Y quién sabe, tal vez después de todo esto alguien más acabe diciendo “mamá quiero ser sexóloga”
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