Otra moda es posible. Colmillo de Morsa
Tras la sensibilidad luminosa de las prendas de Colmillo de Morsa están las manos y la mente de Elisabet Vallecillo. Desde la tienda y taller de Gràcia en Barcelona, la marca desafía los estándares de la industria y plantea una propuesta que es estética, es funcional y también una opción de vida y de consumo. Como Frank Sinatra… a su manera.
De vuestras colecciones, la camisería siempre tiene un protagonismo especial. ¿Por qué es esta prenda importante para vosotros?
La camisa es la unión entre el pasado y lo contemporáneo. No tiene género. Es polivalente y atemporal. Funcional. Sobria o quizá no. Creo que es tan versátil que podría vestir siempre en camisa. Con o sin pantalones. Me he hecho tantas como las he le he robado a mi chico o a mi padre.
¿Cómo sobrevive una tienda y estudio de moda en el barrio de Gràcia en una sociedad en la que Inditex o Amazon baten en precio y distribución a todo el que se atreva a intentarlo?
Nosotros no competimos con ese tipo de empresa. Nuestro cliente entiende que la sostenibilidad y la ética son un modo de entender la vida, más allá de la sensibilidad que podamos despertar con nuestras creaciones. A mí me preocupa enormemente saber que la tiranía se convierte en la guía en nuestro sector y me entristece ver cómo se alaba el trabajo de grandes empresarios que se han enriquecido a costa de pagar salarios míseros en la otra punta del planeta. Welcome to Spain. Mucha gente esquiva hablar de esto, temen cerrarse puertas a la hora de encontrar empleo.
Os definís como sostenibles, en favor de un consumo más coherente y apostáis por el uso materiales naturales. Otros diseñadores en la misma línea han preferidos no usar pieles… En vuestro caso, ¿piel sí o piel no? ¿Por qué?
En mi caso, no quiero caer en el oportunismo tendencioso del fervor “veguie” que estamos viviendo. Hace años que no uso piel y no por convicciones morales. Creo que la piel que proviene del consumo alimentario debe utilizarse. Las características de la piel y el confort que ofrece en nuestro cuerpo son incomparables con cualquier otro tipo de fibra natural o sintética; por mucho que el marketing invente conceptos como eco-piel, que ni es eco ni es piel. Nosotras hemos heredado los abrigos de nuestras abuelas y las biker ochenteras y conservar otro tipo de prendas en el armario durante tantos años es tarea imposible. No veo ningún problema en aprovechar lo que la industria alimentaria nos da, siempre con medida y sin excesos innecesarios. Ahora bien, si me preguntas por animales criados exclusivamente para ese fin, por supuesto, te digo rotundamente NO.
¿Qué representa vuestra ciudad en el trabajo que hacéis? ¿Qué significa Barcelona para Colmillo de Morsa?
La verdad es que Barcelona es una ciudad en la que hay mucho movimiento creativo y a nivel estético es muy evocadora, no se puede negar. Creo que aquí tenemos una predisposición para todo lo que es el diseño, pero en el sector moda tenemos la sensación de que nos hemos quedado un poco huérfanos desde que desapareció la pasarela Gaudí. A pesar de la gran labor del 080 y de todo el talento que recoge, todavía no hemos logrado que los medios nos tengan en la misma estima que a Madrid.
Aplicáis un concepto de diseño muy unido a la funcionalidad, defendéis la ética dentro de la moda, ¿qué es para ti la estética?
Para mí la estética es la que evoca una sensibilidad. En nuestras colecciones eso es muy palpable; la selección de tejidos, las texturas, la relación de color…
En vuestro espacio en Barcelona se dice que habéis elegido y restaurado vosotros mismos hasta los muebles (¡es cierto?), también mantenéis el trato con el cliente, ¿por qué dedicar tiempo a estas tareas que a otros diseñadores les parecen distracciones en su trabajo?
Cierto. La moda no está tan lejos de otras disciplinas. La creación en sí es lo que me atrae. Yo empecé estudiando Bellas Artes y me interesaba mucho la restauración. Creo que el hecho de que canalizara esa inquietud hacia la moda fue algo anecdótico al haberme criado en la tienda de barrio de mi abuelo, trasteando en el almacén y acompañando a mi tío a comprar a los mayoristas. Cuando habitas un espacio en el que intervienes en todos los elementos, creas un habiente personal y particular. El taller es completamente visible (lo tenemos en la misma tienda) y para mí estaba claro que así iba a ser, aunque muchos amigos del sector me decían: tienes que poner una cortina.
Me gusta conocer a mis clientes. Hoy en día todo es demasiado impersonal.
¿Cómo os repartís el trabajo del equipo?
Desde finales del 2017 estoy sola al frente de la marca. Empecé con un compañero de universidad. Ambos éramos creativos, discutíamos mucho, pero está claro que el resultado era muy bueno. Nuestras ideas se retroalimentaban. Con mi segundo socio teníamos papeles diferenciados, él se ocupaba más de la web y contabilidad y yo diseñaba, aunque ambos intentábamos estar muy implicados en todas las tareas.
Echo de menos compartir el proceso creativo pero siempre me quedan amigos diseñadores con los que charlar a altas horas mientras intercambiamos ideas y filosofamos acerca del devenir de la moda actual.
Para terminar, Kluid es una revista de ilustración, moda y gastronomía. ¿Podríais recomendar un artista, un diseñador o marca y un restaurante y contadnos un poquito por qué?
Me encantan los personajes de Iratxe López de Munáin y la belleza que encuentra en sus particularidades. La galería de arte de mi amiga Natalia, “Cromo”, también vecina del barrio; cuando salgo pronto de la tienda paseo calle abajo para descubrir qué nueva expo ha inaugurado. Restaurantes, miles: un buen café de SlowMov, el “vermuteo” en el Bar Quimet y a comer bien en La Pubilla. Los definen: justo y sostenible, tradicional y de mercado, con muy buen producto respectivamente. Todos estos lugares tienen alma y esto hoy en día es difícil de encontrar. Es posible. Take another Way.